Culpabilizar es una palabra fea, pero es que el sentimiento del culpa es algo terrible que hace que a muchos adultos nos cueste pensar y decidir por nosotros mismos. La verdad es que la culpa no es una de las emociones básicas como lo puede ser el miedo, la alegría o la vergüenza. La culpa es una emoción aprendida. La aprendemos a través de las reacciones que los otros tienen con respecto a nuestro comportamiento. La aprendemos cuando de pequeñitos nos decían eso de: “Es tu culpa”. La aprendimos cuando nos castigaban en el rincón y nos sentíamos tan asustados que rompíamos a llorar y, en ese momento el profesor o nuestros padres nos levantaban el castigo. Ese miedo, ese temor a estar solos que nos salvaba del castigo es el origen del sentimiento de culpa. De alguna manera aprendimos que, si nos mostrábamos asustado ese castigo cesaría y volveríamos a ser aceptados por nuestros padres o maestros.
Educar sin despertar culpa es una de las claves de la educación en positivo. La educación en positivo es una corriente que ayuda a los padres a educar a sus hijos sin castigos, sin amenazas y sin culpa para que tengan el mejor desarrollo emocional posible. Todos los padres pueden aprender estrategias efectivas para educar en positivo. Los estudios científicos avalan que una educación positiva es algo que ayuda a los niños a reducir problemas de comportamiento, a desarrollar una autoestima más completa y sentirse más seguros en la toma de decisiones. Uno de los primeros pasos para educar en positivo consiste en sacarnos de la cabeza la idea de que para educar hay que encontrar culpables y castigarlos emocionalmente.
Desde mi experiencia hay distintas situaciones que hacen que los padres utilicen un lenguaje culpabilizador con sus hijos. En primer lugar está la herencia linguïstica que todos hemos heredado de nuestros padres. Si en tu casa utilizaban palabras que implicaban culpa, si se utilizaban los castigos o las regañinas para corregir comportamientos a base de hacer sentir mal al otro es muy posible que hables a tus hijos en terminos de culpa. En segundo lugar está la propia cultura culpabilizadora en la que vivimos; algunos aspectos de muchas religiones y la cultura popular de muchos siglos hacen que la culpa esté muy presente en nuestro lenguaje. En tercer lugar el estrés es un factor que puede desembocar en el uso de este tipo de lenguaje culpabilizador. Cuando un padre o una madre se siente agotado, atosigado por el trabajo, los proveedores o los jefes puede ser relativamente normal que descargue su enfado y frustración en los demás en forma de mensajes culpabilizadores. En estos casos lo más recomendable es trabajar tanto en la reducción de carga de trabajo como en el cambio del uso del lenguaje cotidiano para reducir los mensajes culpabilizadores al máximo y permitir que nuestros hijos se desarrollen sin culpa ni preocupaciones.
No quiero dar a entender que podamos estar totalmente libres del sentimiento de culpa porque de una u otra manera la culpa aparecerá. En un compañero del patio que utiliza esas palabras culpabilizadoras, en un maestro o en una cara de enfado de un padre o una madre que ya no puede más con su hijo pintando en las paredes. Es normal que nos enfademos y es normal hasta cierto punto que los niños “aprendan” a sentir culpa. Como todas las emociones naturales y aprendidas la culpa tiene su función. Nos permite saber lo que en esta sociedad está mal visto. Pero aunque la culpa sea, hasta cierto punto inevitable, es importante que los padres sabemos que podemos evitar que nuestros hijos crezcan atemorizados y lleguen a desarrollar un sentimiento crónico de culpabilidad. Los padres podemos dar una educación en la que la culpa esté en gran medida fuera de la foto. Para ello podemos hacer algo tan sencillo y al alcance de todos como cambiar nuestra forma de hablar.
1. Evita utilizar la palabra culpa
Esta estrategia es bien sencilla. Evita utilizar la palabra culpa en tus conversaciones o afirmaciones. En el mundo de la psicología nunca hablamos de culpa. La palara culpa está asociada al castigo. La palabra responsabilidad está asociada a la posibilidad de reparar o arreglar el daño que hayamos podido provocar.
Evita hablar de culpa cuando hayas cometido un error
En lugar de decir:
“No podemos cenar todavía porque se me ha quemado el arroz. Es mi culpa”
Prueba con:
“Se me ha quemado el arroz. Voy preparar unos espaguetis”
Evita hablar de culpa cuando tus hijos cometan un error
“Es culpa de Martina porque estaba poniendo los vasos de agua”
Prueba con:
“Martina me ayudas a recogerlo, ¿por favor?”
Cambia el discurso de tus hijos cuando hablen de culpa.
Cuando escuches a tus hijos decir:
“Es culpa de Pedro porque estaba saltando sobre el sofá”
Prueba con:
“No es culpa de nadie. Todos cometemos errores. Pedro se puede ocupar de recogerlo pero no porque sea su culpa sino porque es su trabajo”
2. No te enfoques en las personas sino en los problemas y soluciones
Evita señalar al “culpable”
En lugar de decir:
“Has roto el plato”
Prueba con:
“El plato se ha roto. Parece que tendremos que recoger los pedacitos y ponerlos en la basura”
Evita centrarte en el/los causantes del problema sino en las soluciones
En lugar de decir:
“Estáis gritando mucho y me estáis volviendo loca”
Prueba con:
“No puedo trabajar porque hay mucho ruido. ¿Seriáis tan amables de ir a jugar a vuestra habitación?”
3. Normaliza los errores y no criminalices
Evita criminalizar con palabras como siempre y nunca
En lugar de decir:
“Siempre estás pegando a tu hermana”
Prueba con:
“Es normal que los hermanos discutan pero ya sabéis que en esta casa nos tratamos con respeto y no nos pegamos”
Evita hacerte la víctima (porque detrás de toda víctima siempre hay un culpable)
“¡Nunca me haces ni caso! Estoy harto”
Prueba con:
“Es la tercera vez que te pido que apagues la tele. Elige si me das el mando o la apagas tú”
Cambiar la forma de hablar puede provocar grandes cambios
Como puedes ver cambiar una o dos palabras puede cambiar todo el enfoque. Hasta los mejores padres, los que más ganas tienen de dar a sus hijos lo mejor pueden caer en frases culpabilizadoras si no conocen el efecto que tiene en sus hijos. Sin embargo cuando cambiamos el enfoque de personas a problemas, de causantes a soluciones y de malas intenciones a equivocaciones no sólo vamos a dejar atrás el marco mental del sentimiento de culpa sino que además vamos a conseguir otra cosa que es esencial en la educación. Que tus hijos se centren en las soluciones de los problemas y aprendan a ser responsables de sus propias acciones. Esto es realmente importante si quieres que tus hijos tengan un desarrollo positivo. Como decía al principio del post, todos los padres pueden aprender estrategias efectivas para educar en positivo y asegurar que sus hijos tienen el mejor desarrollo emocional posible. Cambiar el lenguaje es sólo una de las 6 tareas de los padres que quieren aprender a educar en positivo. Comienza por poner en práctica estas sencillas recomendaciones y si en algún momento quieres profundizar puedes hacerlo desde aquí.
Me encantan sus consejos
Excelente.
Dejanos más ejemplos por favor