Cuando hace apenas dos meses comenzó el estado de alarma tanto escuelas como padres nos preparamos con más o menos diligencia para superar un periodo breve de escolarización a distancia. Los centros con más medios tecnológicos empezaron de inmediato con las clases telemáticas a través de plataformas con una eficacia casi militar: horarios de 9 de la mañana a 5 de la tarde con recreos y tiempo para comer. Otros centros con los recursos que contaban han probado todo tipo de tácticas que van desde mandar ejercicios por e-mail, dejar subidas las tareas en plataformas de las que los niños las tenían que descargar hasta mandar tareas a través de los grupos de Wassap. En algunos casos han sido los centros educativos los que han impuesto horarios y programas educativos difíciles de cumplir. En otros muchos casos han sido los propios padres a través de las asociaciones los que han demandado la atención de profesores para que ocupen el tiempo de sus hijos y poder compaginar mejor el teletrabajo con el cuidado de los niños.
Sin embargo, hoy dos meses después hemos podido aprender dos cosas. La primera es que esta situación no es puntual sino que se prolonga en el tiempo y los niños no van a volver a la escuela al menos hasta Septiembre. La segunda es que todos estos enfoques que intentan perpetuar la enseñanza reglada en las casas han sido un desacierto.
La población mundial de padres y niños pequeños no estamos haciendo Homeschooling.
La población mundial de padres y niños pequeños no esta haciendo Homeschooling. El Homeschooling es una opción educativa que requiere de una preparación y atención plena de los progenitores. Sin embargo en la inmensa mayoría de los hogares no se cumplen estos requisitos y los padres ni están preparados ni disponen de tiempo en exclusiva para educar a sus hijos en las tareas escolares. No. Los padres, madres, y lo que es más importante los niños, no estamos haciendo homeschooling sino que estamos viviendo una situación de emergencia a nivel mundial. Algo que no había ocurrido en nuestra historia reciente y que nos obliga a mirar la educación desde otra perspectiva.
Los niños aprenden en la escuela mucho más que contenidos
Existe la creencia errónea, especialmente entre los padres de que la escuela es un lugar donde el niño aprende contenidos. Sin embargo, la escuela es mucho más que un mero transmisor de conocimientos y esta experiencia nos lo está confirmando. Cuando un niño va a la escuela hace muchas cosas que no hace cuando está realizando tareas en casa. El niño que va a la escuela aprende a socializar, aprende a gestionar emociones que vienen de la relación, aprende a confiar en otros adultos, crea vínculo con su profesor y con sus compañeros, expresa sus emociones y aprende a hacerlo de una forma apropiada porque la presencia del otro le ayuda a regularse. En la escuela el niño o la niña aprende a correr, saltar, desfogar su energía en los recreos y dominarla durante las clases, El niño que va a la escuela imita a sus compañeros formales y así se hace más formal. El niño que va a la escuela se predispone al aprendizaje gracias al contexto, gracias al maestro que tiene una figura distinta de la de los padres y gracias a los compañeros con los que hace piña para aprender juntos. Esto no quiere decir que el niño no pueda aprender esto en casa, pero para ello los padres, la casa y el niño deben estar preparados para aprender en familia.
Estas habilidades difícilmente se aprenden sólo con libros y tareas. Tampoco se aprenden con clases telemáticas o reuniones de Zoom. El cerebro de los niños sobre todo el de los más pequeños tiene serias limitaciones para aprender de forma telemática. Su capacidad de comprensión auditiva es inmadura y le cuesta trabajo comprender a un profesor hablando si no hay claves visuales y mucho más si como ocurre, las clases asamblearias están llenas de interrupciones. Su cerebro tampoco está preparado para mantener la atención durante periodos largos a estímulos fijos como la pantalla del ordenador y por tanto lo más normal es que el niño se fatigue o distraiga después de periodos cortos de atención. Mantener a algunos niños delante del ordenador para atender una clase virtual puede ser un suplicio tanto para los padres como para el profesor y no digamos ya para el niño.
En muchos casos los profesores nos piden que vayamos a nuestro ritmo y somos los padres los que metemos presión.
Como decía estamos viviendo una situación de emergencia que requiere de aprendizajes de emergencia. Resulta absurdo atosigar a los niños con tareas, reuniones o clases digitales porque lo que manifiestan es que necesitan que les ayudemos a establecer rutinas que les permitan sentir calma, y que conectemos de forma positiva con sus emociones. En mi experiencia personal y de otras personas que me consultan los profesores transmiten a los padres mensajes tranquilizadores. Nos explican en cada reunión o correo electrónico que vayamos haciendo lo que podamos y que no forcemos a los niños. A pesar de estos mensajes les exigimos y atosigamos. En muchos casos la presión de sentarse a hacer deberes con los niños entre correos y llamadas de trabajo hace que los padres perdamos los nervios. Son innumerables los padres que me escribís porque vuestros hijos lloran, se frustran y se angustian ante los deberes y las clases virtuales. A la mayoría de niños le generan estrés todas estas tareas o reuniones online y en muchos casos estamos observando como ese estrés prolongado en el tiempo comienza a tornarse en ansiedad con todo tipo de manifestaciones emocionales y psicosomáticas.
Muchos niños están experimentando estrés asociado a la presión y falta de contacto emocional y en algunos casos puede derivar en trastornos de ansiedad
Así que aunque nuestro instinto inicial haya sido mantener la normalidad a través de un aprendizaje estructurado la situación requiere un cambio de enfoque urgente dirigido a reducir la presión de los niños…sobre todo de los más pequeños. No tiene ningún sentido que un niño del ciclo de infantil (menores de 6) tengan clases virtuales a no ser que sea de forma puntual para mantener el contacto y el vínculo entre el maestro y el niño. En primaria sería muy positivo que se cambiara la cantidad por la calidad; es decir menos clases y reuniones virtuales con grupos grandes a cambio de reuniones menos frecuentes con grupos más reducidos. Sería bueno también cambiar el foco de los contenidos a los continentes, es decir, olvidarnos un poco de la materia en esas reuniones y centrarnos en las emociones de los niños, sus necesidades, sus preguntas y que puedan conectar entre ellos de una forma más libre y social. Sería bueno también cambiar el foco de lo formal a lo abstracto reduciendo las tareas que requieren del aprendizaje formal y la escritura por la expresión artística, dibujos, bailes, canciones que tanto ayudan a los niños a canalizar sus emociones. Y por último cambiar el enfoque educativo de la demanda a la facilitación, restando importancia a los contenidos que en nuestro sistema educativo son cíclicos y ofrecer apoyo a las familias para que ayuden a sus hijos a conectar con el aprendizaje de habilidades como la lectura o escritura. Ofrecer listas de libros que pueden disfrutar, ofrecer ideas para dibujar o realizar pequeñas redacciones y por qué no facilitar ideas para que aprendan y ejerciten los números de una forma más lúdica y natural.
Se que sois muchísimos los padres, madres y docentes que sentís a vuestros hijos o alumnos desmotivados y en muchos casos forzados más allá de lo que sería deseable. Queda apenas un mes de escuela y parece que tenemos dos opciones. Continuar como hasta ahora o cambiar un poco el enfoque. Si eres padre o madre, prima siempre el bienestar de tus hijos; reduce la presión, habla con sus profesores y habla también con tu trabajo para reducir la carga o modificar horarios. Si eres maestro asegúrate de que todos los padres entienden que las tareas y las reuniones no son más importantes que la salud mental de cada niño.
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”
Gracias por el articulo. En estos días, cada vez me siento más frustrada, por no ponerme con mi hijo (5 años, casi 6) a hacer ejercicios de lectura, escritura… etc, el teletrabajo y un bebe de 5 meses me lo pone muy complicado. Mi hijo no quiere hacer nada, ni siquiera dibujar, únicamente le gusta jugar a saltar, pelota… Está muy desganado y no se como motivarlo, el simple hecho de colorear es un castigo para él… al final, consigue que yo me rinda y no hace casi nada de lo que debería. No se como ayudarlo.
Muchas gracias, un saludo.
Totalmente de acuerdo. Mi hijo de 3 años aborrece los medios telemáticos. No solo no soporta las clases on line, si no, que ni siquiera quiere hacer videollamadas con amigos ni familiares, las rehuye, se pone triste y yo tampoco quiero presionarlo; Mi miedo es que la situacion se mantenga asi mucho tiempo, porque veo que necesita socializar pero de verdad. Me parece que en esta crisis los grandes olvidados son los niños y me preocupa que en septiembre se pretenda continuar con esta situacion de clases on line, porque parece que en este pais la desescalada apunta mas a criterios economicos que a buscar medidas que favorezcan una desescalada también con los menores.
Yo soy madre trabajadora, y no reivindico la vuelta al colegio por conciliar, que tambien, pero sobre todo, por la salud psicologica y emocional de los niños, que como dices en la escuela se aprende mucho mas que contenidos.
Muchas gracias por los articulos y por tu labor divulgativa