A medida que los niños crecen y se enfrentan a experiencias y desafíos, inevitablemente llega un momento en que pierden parte de su inocencia. Este proceso es una parte natural del desarrollo infantil y, aunque puede ser emotivo tanto para los niños como para los padres, es importante comprenderlo y apoyar a los pequeños en este viaje de autodescubrimiento. Descubre cómo y cuándo se pierde la inocencia y cómo los adultos pueden ayudar a los niños a navegar por esta transición.
La mayoría de los padres empiezan a notar ciertos cambios en el comportamiento de sus hijos alrededor de los dos años de edad. Esto se debe a que, en esta etapa del desarrollo, los niños adquieren dos habilidades clave que los hacen parecer más parecidos a los adultos: caminar y hablar.
Estas capacidades nos lleva, como adultos, a considerar a nuestros hijos como seres más racionales y autónomos. Comenzamos a pensar que nuestro bebé de hace unos meses ahora es responsable de sus acciones. Como resultado, muchos padres empiezan a hacer juicios inconscientes, como: “Si puede hablar, debería entenderme y, si me entiende pero no me ha hecho caso, está desobedeciendo”, o “si puede expresar lo que quiere, también debería entender que cuando digo ‘no’, significa ‘no”.
No obstante, a pesar de estos cambios, los niños pequeños aún comparten muchas similitudes con los bebés. Siguen teniendo dificultades para controlar sus emociones, su capacidad de atención puede llevarlos a tirar cosas, su limitada concentración los hace ignorarnos cuando están absortos, su deseo de explorar los impulsa a priorizar el aprendizaje, y su resistencia limitada al cansancio puede hacer que no escuchen. Así pues, para entender cómo se pierde la inocencia, esto lo que verdaderamente influye:
Conocer el bien y el mal
A medida que los niños desarrollan un sentido de la moralidad, pueden dejar de ver el mundo como un lugar bueno y se dan cuenta de que existen acciones negativas. Esto suele ocurrir durante la infancia temprana y puede ser el resultado de las enseñanzas de los padres, maestros o experiencias personales.
La exposición a la realidad
A medida que los niños crecen, se enfrentan a situaciones del mundo real desafiantes. Pueden presenciar conflictos, injusticias, pobreza o violencia en la sociedad o incluso en su entorno. Estas experiencias pueden hacer que pierdan su visión idealizada del mundo y se den cuenta de que la vida puede ser complicada y difícil.
Descubrir la mentira
A medida que los niños maduran, descubren que las personas no siempre dicen la verdad. Esto puede ser impactante para ellos, ya que pueden haber confiado en la honestidad de los adultos y sus compañeros. El descubrimiento de la mentira puede hacer que cuestionen la veracidad en las relaciones y se vuelvan más escépticos.
El despertar sexual
La pubertad y el descubrimiento de la sexualidad también son momentos importantes en la pérdida de la inocencia. A medida que los adolescentes exploran sus deseos y sentimientos sexuales, pueden dejar atrás la visión ingenua de la infancia y enfrentar una realidad más compleja y a menudo confusa.
La pérdida de seres queridos
La experiencia de perder a un ser querido, ya sea por fallecimiento o separación, puede ser un evento profundamente impactante para un niño. Esta pérdida puede hacer que se enfrenten a la realidad de la mortalidad y la fragilidad de las relaciones humanas, lo que puede afectar profundamente su inocencia.
Cuestionar las creencias
A medida que los niños crecen, comienzan a cuestionar las creencias y valores que se les han inculcado. Este proceso de autoexploración puede hacer que pierdan la inocencia espiritual y busquen un sentido más profundo de su propia identidad y espiritualidad.
Y ahora que ya sabes cuando se pierde la inocencia, es importante recordar no es un suceso necesariamente negativo. Aunque puede implicar enfrentar realidades dolorosas, también es un paso crucial hacia la madurez y el autodescubrimiento. Los adultos desempeñan un papel fundamental al apoyar a los niños, brindándoles orientación, comprensión y un espacio seguro para expresar sus preocupaciones y preguntas.
Por Álvaro Bilbao. Autor de El cerebro del niño explicado a los padres.
Soy madre de dos niñas adultas, actualmente abuela. Su articulo es fabuloso y sin saberlo el actuar con mis hijas, fue similar a su articulo. Mil gracias por el aporte a padres primiparos!
Realmente todo lo que publicas iluminación el camino de lo positivo. A veces es un camino solitario porque no todas las familias lo entienden a tu alrededor y cuestionan el modelo de enseñanza que intento construir pata mis hijos. Así es que gracias por tus publicaciones y por tu curso educar en positivo 2.0
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