Así suceden las cosas con los niños (y con la vida en general)

Este fin de semana teníamos grandes planes, aunque de alguna manera todo se ha torcido. A los habituales de siempre (cuando vas a salir de casa uno se ha quitado los zapatos, cuando consigues estar fuera uno de los niños quiere hacer pis, cuando estás en el parque otro se echa media cantimplora de agua encima..etc,etc) se juntaron otros un poco menos frecuentes, pero totalmente comprensibles cuando tienes tres niños pequeños. 1 – De alguna manera nos dejamos el abrigo del mayor en un banco al lado de donde teníamos aparcado el coche (a unos 50 minutos de nuestra casa). 2 – Justo una hora antes de que mi mujer y yo nos fuéramos al cine (algo que casi nunca podemos hacer) la pequeña aparece con una fiebre de campeonato. 3. El domingo teníamos pensada una excursión con amigos y la tuvimos que cancelar por la fiebre de la pequeña.  Para colmo de todo esto, cuando me he sentado hace una hora a editar la golosina educativa de este lunes me he dado cuenta de que el vídeo estaba mal grabado y no la puedo publicar el lunes como a mi me gustaría. Tendré que volver a grabarla la semana que viene.

Así que con todas las frustraciones acumuladas, me he puesto a dibujar y me he acordado de repente de un dibujo que vi en una cafetería estudiantil de Baltimore en mi época de residente de neuropsicología. No se si era exactamente así..pero así la recuerdo y así la he dibujado sin saber muy bien por qué quería dibujarla. Una vez terminada me he dado cuenta de que de las dos gráficas, la segunda me parece más bonita que la primera. Y tengo que decir que me ha hecho sentir bien.

La verdad es que este fin de semana nada ha salido como pensábamos. Más bien al contrario. Sin embargo, y aunque todos nos hemos frustrado en distintos momentos, ha sido un buen fin de semana. Una amiga encontró el abrigo en el banco y me lo llevará al mañana al trabajo. Los amigos de la excursión finalmente vinieron a casa a comer y comimos unas patatas a la riojana riquísimas. La pequeña parece que ya está mucho mejor y, aunque me apetecía muchísimo ir al cine con mi mujer, me sentí muy bien anoche cuidando a mi hija enferma cuando me necesitaba.

La verdad es que ni sabiendo todo lo que se puede saber sobre el cerebro de los niños podemos teledirigir su comportamiento ni tenerlo todo bajo control. Puede que uno de los secretos para disfrutar de la p/maternidad sea darse cuenta de eso que ilustra el dibujo. Que con los hijos (y con la vida en general) las cosas no siempre suceden como las pensamos, pero que unos cuantos rodeos pueden hacer la vida más bonita y entretenida. Quizás a alguno de vosotros le salga todo como en la primera gráfica. Al resto os dejo el dibujo de regalo para que os haga sentir tan bien como me ha hecho sentir a mi.

Por Álvaro Bilbao – El cerebro del niño explicado a los padres. Plataforma Editorial

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