Algunos padres tienen reparos en invitar niños a sus casas por el follón que se pueda formar y por lo difícil que puede ser controlar a niños de menos de 6 años de edad. Por nuestra casa pasan muchos niños. Muchos de golpe. Por el momento no tenemos límites en cuanto a la cantidad de niños que vienen a jugar, a celebrar un cumpleaños o a dormir. Muchos padres nos preguntan cómo nos atrevemos a meter a los 18 niños o 25 niños de 4 años a pasar la tarde en casa o como dejamos que 10 pequeños gamberros de 6 años duerman en el suelo de nuestro salón. Seguro que después de leer este post algunos pensaréis que estoy un poco loco, pero quiero compartir una estrategia que creo nos ha ayudado mucho.
No todo son reuniones multitudinarias…Muchas veces invitan a un solo niño o dos o tres aunque de vez en cuando invitamos a muchos. Nosotros siempre les animamos a que si van a invitar a muchos…inviten a todos para que ninguno se quede fuera (por ejemplo en un cumple) y también a que cuando invitan a uno sólo inviten a niños distintos en lugar de invitar siempre al mismo. Ellos siempre acaban teniendo la última palabra pero la realidad es que pasan muchos niños por casa y nuestros hijos tienen buena relación con todos los niños de sus clases. Ni excluyen ni son excluyentes.
El caso es que una invitación abierta implica que a casa vienen niños más tranquilos y más nerviosos, más cuidadosos con las cosas y más vandálicos, y más respetuosos con las personas y también más chinchones, pegones o molestones. Por eso, después de uno de esos días en los que el vandalismo y las peleas me estaban sobrepasando tomé una determinación. A los niños que vinieran de fuera les iba a comunicar las normas por las que nos regíamos dentro de casa.
Así que cada vez que vienen niños nuevos o que se juntan muchos me agacho en la entrada cuando les recibo, les saludo y les digo las normas de nuestra casa, de manera clara y tranquila.
“Te voy a explicar las normas de esta casa antes de entrar. Son muy importantes, así que presta mucha atención. ¿Estás preparado/a? Muy bien;
- En esta casa no se rompen cosas. Si rompes algo sin querer no pasa nada, pero se cuidadoso, no hagas el bruto ni juegues con cosas que no son de jugar
- En esta casa no se chincha ni se dicen cosas feas
- En esta casa no se pega.
Si tienes un problema con un niño me lo puedes decir a mi o la mamá de Lucía. ¿Te parece bien?”.
Son tres normas sencillas y fáciles de entender para niños desde los 2, 3, 4, 5 o 6 años de edad. Se lo digo con cariño y suavidad. Y después de que me contesten que sí añado: “Pues pásatelo genial” La verdad es que no lo hago siempre. Suelo tener esta pequeña charla con los niños cuando vienen muchos o cuando viene algún niño especialmente “revoltoso” la última vez que estuvo en casa (en ese caso no se lo digo sólo a él sino que se lo digo a todos cuando entran por la puerta.
A veces, los niños me miran con cara de sorpresa, porque suelen estar acostumbrados a entrar en las casas de los amiguitos como un terremoto y porque no están acostumbrados a que les expliquen y les pregunten de antemano. Luego ya entran en casa como un terremoto y se ponen a jugar, pero ya tengo dos cosas ganadas. La primera es que sé que el niño me ha escuchado y sabe cuáles son las 3 normas, por lo que será más fácil que las recuerde y las respete. La segunda es que si algún niño rompe alguna norma, resulta más efectivo recordar el compromiso que adquirió cuando entró en casa que explicárselo de nuevas.
Puede que te preguntes…si esta estrategia que sigo funcionan y mi respuesta es que creo que sí. Desde que las usamos hemos notado una gran diferencia. Las tres normas se suelen quedar bien grabadas y es muy muy raro que tenga que recordárselas a algún niño, aunque sea el más revoltoso de la clase; saben que nuestra casa se rige por las tres normas. Creo que la norma que mejor funciona es la de “No se chincha”, porque aunque puede ser algo abstracta para los adultos es algo que los niños entienden a la perfección y que permite señalar muchos comportamientos que no entran ni en el insultar,ni en el pegar ni en el morder.
Es posible que a algunos padres, a algunos niños y a muchos de vosotros no os parezca bien que recite unas normas a unos niños de 2, 3, 4 o 5 años, pero tengo dos buenas razones para hacerlo así. La primera es que las normas se siguen mejor si se explican y se acuerdan antes de que se rompan. La segunda es que la casa es una casa abierta pero es de nuestra familia. Y nosotros tenemos esas normas. Los límites no son propiedad de los niños que vienen a casa (que tendrán los suyos propios) ni de sus madres o padres (que tendrán los suyos propios) ni vuestros (que también espero que los tengáis). Las normas y límites de nuestra casa y de nuestra familia son normas particulares de nuestro hogar y de los miembros de nuestra familia y como tal los explicamos y pedimos que se respeten, porque tenemos todo el derecho del mundo a hacerlo. Es posible que en otras casas pidan que te descalces (y a todo el mundo le parece bien) o que no te subas a la lámpara o que no te metas en el cuarto de los padres; para nuestra familia la prioridad es que todo el que entre en nuestro hogar respete a todos los demás. Cada familia, cada hogar tiene sus normas y es bueno que existan y se transmitan a los niños porque así saben dónde están los límites y nuestros hijos aprenden a ponerlos por ellos mismos.
Desde luego nosotros disfrutamos mucho de tener niños en casa, y pasado ese pequeño filtro de entrada todos juegan como locos y se lo pasan realmente bien, y a nosotros nos encanta verlos disfrutar a lo grande y símplemente respetando unas poquitas normas de sentido común.
Espero que os ayude!
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”
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En mi casa a parte del respeto entre ellos/as y las cosas, tenemos otras 2 normas. En el interior de la casa no se chilla y todo lo que se coje para jugar después se recoge.
Muchas familias se sorprenden de qué en nuestra casa recojan los juguetes y eso qué nunca hemos obligado a nadie, sino solo recordado la norma que tenemos en nuestra casa.