A nadie se le escapa que en el momento del nacimiento una de las cosas más importantes es que el bebé pueda entrar en contacto con la piel de la madre lo antes posible. Sabemos que el contacto piel con piel entre madre e hijo está asociado con un sistema inmunitario más fuerte, menores niveles de estrés en el bebé, un mayor desarrollo cerebral y mayores índices de lactancia materna. Afortunadamente el contacto piel con piel está siendo cada vez más frecuente en los hospitales, e incluso se está empezando a extender después de las cesáreas.
Sin embargo, todavía resulta relativamente poco frecuente que los papás entren en contacto piel con piel con su bebé y es algo tremendamente beneficioso. Distintos estudios han demostrado que en los casos en los que la madre no puede sostener al bebé inmediatemente después de nacer, el contacto piel con piel con el padre ayuda a calmar al bebé, a estar más tranquilo, dormirse antes y comenzar a comer cuando su madre regresa. De hecho el sentimiento es mutuo. Cuando el padre sostiene sobre su pecho desnudo a su bebé ambos segregan oxitocina (la hormona del amor) favoreciendo que aparezca un vínculo estrecho entre ambos. Además la exposición al sudor (y bacterias) del padre inmediatamente después del parto parece fortalecer su sistema inmunológico más que si solo lo sostiene la madre.
Independientemente de que el primer contacto haya sido materno o paterno, los padres que sostienen a su bebé piel con piel durante los primeros días, se implican más en su cuidado, están más atentos a sus necesidades y se muestran más satisfechos con su labor de padres varios meses después. Además de todo lo que te he dicho es una de las experiencias más alucinantes que vas a vivir en tu vida. Por eso, creo que es una cosa que todo padre debe hacer con su bebé recién nacido. Si vas a tener un bebé no lo dudes, quítate la camiseta y recuéstale sobre tu pecho de vez en cuando. Si conoces a alguien que vaya a tenerlo comparte este post para que pueda comenzar una crianza y educación en la que tanto él como su bebé se sientan más felices y satisfechos.
Por Álvaro Bilbao; autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”
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