¿Esperas demasiado de tus hijos pequeños?

Esperas demasiado

¿Esperas demasiado de tus hijos pequeños?  Puede que no se te haya ocurrido pensarlo pero he querido hacerte esta pregunta porque es algo que les ocurre a muchos padres. Incluso a los que somos expertos en comportamiento infantil nos ocurre que, en muchas ocasiones, esperamos que los niños sean más maduros a nivel de comportamiento y desarrollo emocional de lo que su cerebro les permite. Este fenómeno ocurre porque nuestro cerebro también tiene sus limitaciones y una de las más importantes es la tendencia a pensar que los demás piensan, sienten y tienen las mismas capacidades que nosotros (aunque tengan 2 ó 3 años de edad).

Muchos de los conflictos familiares nacen de expectativas irrealistas de los padres y esto es algo que los expertos vemos a diario. Son tantas las situaciones que tienen que ver con expectativas irrealistas que sólo voy a poder listar unas pocas de ellas.

  • Padres que se enfadan con sus hijos porque no quieren comer.
  • Sentimiento de angustia porque el niño o la niña no se relaciona con otros niños como a los padres les gustaría.
  • Momentos tensos porque los niños no hacen caso a lo que los padres les dicen (aunque se lo hayan dicho varias veces).
  • Peleas y agresiones o exceso de brusquedad entre hermanos
  • Faltas de respeto a los padres
  • Enfados porque cuando llega la noche los niños no se quedan en la cama.

¿Te suena familiar? Estoy seguro que sí. Son todas situaciones muy comunes que ocurren en las casas, que ponen en alarma a muchos padres y que tienen mucho que ver con esas expectativas irrealistas de los padres. La realidad es que, a pesar de que estas situaciones ocurren en muchos lugares, aprender lo que los niños pueden hacer y lo que no reduce los conflictos y los malos ratos que pasamos los padres y los niños.

Cosas que los padres y madres esperan de sus hijos y que son demasiado difíciles para ellos

1. Madurez emocional

La mayoría de los padres siente que sus hijos deberían manejar los enfados y la tristeza mejor de lo que realmente les resulta posible en función del desarrollo de las regiones cerebrales de gestión emocional. Ocurre lo mismo con todo lo que tiene que ver con el comportamiento; faltas de respeto, rabietas, respeto por las normas. En muchos casos los padres esperan demasiado de los niños. La realidad es que los niños SÍ pueden hacer caso a las normas y respetar a sus padres, aunque no lo pueden hacer solos. Necesitan que sus padres les ayuden y les guíen con técnicas sencillas que les ayudan a aprender estar normas básicas de convivencia. De hecho….¡Es importante que lo aprendan!!!!!!!! Pero como decía, no es algo que el niño pueda hacer solo o aprender por arte de magia.

2. Relaciones sociales

Hasta los 3 ó 4 años los niños tienen poco interés en otros niños y no comprenden bien muchas de las reglas sociales. Por ejemplo, no son capaces de comprender el concepto de compartir. Para ellos la palabra compartir suena casi igual que “regalar”. No entienden eso de “solo es para un rato”.

3. Alimentación

Los padres nos solemos empeñar en que los niños pequeños coman “bien”. Para nosotros es importante que se sienten a la mesa y se terminen el plato entero. Sin embargo, su cerebro (y su estómago) no está entrenado hasta los 7 u 8 años para comer “tres veces al día” o tomarse un primer plato y un segundo. Prefieren comer muchas veces a lo largo del día y les cuesta comer grandes cantidades. Su manera de comer es menos práctica (pero más saludable).

4. Gustos

Los padres queremos que nuestros hijos coman de todo. En muchos casos nos sentimos felices porque cuando son muy pequeños se meten todo en la boca y comen “de todo”. Pero alrededor de los 3 años su cerebro empieza a desarrollar las preferencias en los sabores, colores y texturas. Podríamos decir que pasan de ser seres primitivos que solo se preocupan por “tragar” a seres más evolucionados que tienen que desarrollar sus gustos y preferencias. A muchos padres les resulta chocante y se frustran por descubrir que tienen que empezar a educar el apetito de sus hijos. A veces insisten tanto que el niño o la niña se puede sentir forzado. Y es que la realidad es que puede resultarles muy difícil probar y disfrtuar sabores que les gustaban cuando eran más pequeños.

5. Independencia

Cosas que nunca deberías hacer

Saber ponerse los zapatos no da independencia. Hasta los niños y niñas más autónomos necesitan a su mamá y su papá cuando experimentan emociones fuertes. Su cerebro aprenderá a manejar estos sentimientos tan grandes después de que sus padres les ayuden muchas veces a resolverlos.  Suele ocurrir alrededor de los 21 – 23 años (y volvemos a recurrir a ellos cuando nos convertimos en padres)

6. Sueño

No existe eso de “Vete a dormir” y que el niño se duerma solito en su habitación. Hasta los 10 años la mayoría de niños y niñas necesita acompañamiento a la hora de irse a la cama. No quiere decir que tengamos que dormir con ellos o que tengan que dormir en nuestra cama (aunque lo puedes hacer si tu y tu pareja estáis de acuerdo). Lo que quiere decir es que los niños necesitan ese acompañamiento para asegurarse de que tu vas a estar presente y vas a cuidar de ellos mientras apagan su cerebro ya que no se pueden proteger y su nivel de desconexión mientras duermen es mucho mayor que el nuestro. Están totalmente indefensos ante los peligros y sólo se quieren asegurar que alguien velará por ellos.

Comprenderlos ayuda

Es normal tener expectativas irrealistas. Nos ocurre a todos los padres en mayor o menor medida. Es normal y bueno que queramos que nuestros hijos aprendan a compartir, a comer en horarios regulares para ordenar la vida familiar o que sean capaces de controlar su genio. En algunos casos esas expectativas irrealistas empuja a los niños a crecer y desarrollarse. Aunque con frecuencia ese “empujón” es algo más brusco de lo que sería deseable.

Comprender a tus hijos pequeños y no esperar demasiado de ellos no es contrario a desear que avancen y desarrollen esas habilidades. ¡Al contrario! Ponerte en su lugar te ayudará a entender lo que neceistan para que puedan lograrlo. Por ejemplo, si comprendes que a un niño de 3 años no entiende eso de compartir podrás ayudarle a base de utilizar otras palabras que comprende mejor como “cambiar” o “enseñar”. Pero sobre todo, comprender lo que tus hijos pueden hacer y lo que no te ayudará a estar más tranquila o tranquilo y no hacer sentir mal a tus hijos en muchas situaciones cotidianas en las que normalmente pierdes los nervios. Es tan importante comprender lo que los niños pueden hacer y lo que no, que es una de las partes más importantes de mi curso “Educar en positivo”

 

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