Poner límites a los niños es, posiblemente la parte más desagradable del día a día de la mayoría de padres. Pero es una tarea necesaria.
Si te cuesta poner límites a tus hijos sin terminar perdiendo los nervios o sentirte culpable. tranquilo. No estás solo. A la mayoría de padres y madres les cuesta poner límites a los niños de forma respetuosa, sin gritos ni castigos, pero también sin dejar que hagan lo que quieran.
En este post voy a intentar ayudarte a entender porqué los límites son tan difíciles para los padres, cuando debemos comenzar a poner límites así como algunas ideas generales pero poderosas que te ayudarán a poner límites.
¿Por qué nos resulta tan difícil poner límites a los niños?
En mi experiencia de más de veinte años trabajando con familias hay tres razones por las que a los padres y madres les cuesta mucho trabajo poner límites a sus hijos.
1. Se sienten inseguros
Para muchos padres el momento de poner un límite es un momento de inseguridad. Sienten que están dañando a su hijo o que le están haciendo infeliz porque la consecuencia natural de los límites es que los niños lloren o se frustren. Sin embargo, la realidad es que los límites son una forma de amor. Cuando ponemos límites y normas no hacemos daño a nuestros hijos sino que les protegemos.
2. Les da miedo dañar a sus hijos
A muchos padres y madres les ocurre que cuando por fin se deciden a poner límites han acumulado tanto enfado que les da miedo ser demasiado bruscos o dañar las emociones de sus hijos. Hasta cierto punto es algo positivo porque es un mecanismo de protección. Aprender a poner límites en el momento adecuado ayuda a poner límites sin ser bruscos o dañar a nuestros hijos.
3. No conocen técnicas eficaces para poner límites con amabilidad
No lo voy a negar. Poner límites es algo difícil en sí mismo porque supone un enfrentamiento con los deseos e intenciones de los niños y también porque nos obliga a enfrentarnos a algo que nos resulta difícil a todos los padres. El dolor de nuestros hijos; su rabia, su llanto y su frustración. Sin embargo, es importante que recuerdes que los límites, aunque duelan, les ayudan a hacerse más fuertes.
La buena noticia es que los límites no tienen por qué ser sinónimo de brusquedad. Hoy en día hay muchas técnicas y estrategias eficaces que ayudan a los padres a poner límites y normas con calma y amabilidad.

¿Cuándo y cómo empezar a poner límites?
Los límites no son algo que se impone solo cuando los niños hacen algo mal. En realidad, los límites son una forma de enseñar cómo funciona el mundo, cómo nos relacionamos con los demás y qué pueden esperar de nosotros.
Podemos empezar a poner límites desde que son bebés y nos muerden demasiado fuerte el pezón, intentan chuperretear un enchufe o gatean hacia un lugar peligroso. Esos deben ser los primeros límites de un niño., porque incluso los más pequeños tienen que entender que hay cosas que si y cosas que no pueden hacer.
A medida que el niño o la niña se hace mayor los límites van siendo cada vez más difíciles. No es lo mismo poner límites a un niño de dos años que a uno de cinco, pero en todos los casos lo más importante es que esos límites demuestren firmeza, convicción y una relación de conexión, no en el miedo o en la autoridad impuesta.
Consejos para poner límites a los niños
Aquí te dejo algunas estrategias que te ayudarán a poner límites de forma efectiva y sin perder los nervios:
1. Conecta antes de corregir
Antes de decir “no”, asegúrate de que tu hijo se siente visto y comprendido. A veces un simple “entiendo que te apetece mucho seguir jugando” antes de decir “pero ahora toca recoger” puede marcar la diferencia.
2. Anticípate a los conflictos
Los niños pequeños tienen una tolerancia muy baja a la frustración. Si sabes que hay una situación que suele generar conflicto (como apagar la tele o salir del parque), anticípate. Avísales con tiempo y ofréceles opciones dentro de un límite claro: “En cinco minutos apagamos la tele. ¿Quieres hacerlo tú o prefieres que lo haga yo?”
3. Sé claro y firme, pero amable
Muchos padres confunden firmeza con dureza. Pero un límite no necesita gritos. Un tono sereno, acompañado de una actitud decidida, suele ser más eficaz. Decir con calma “No voy a dejar que pegues a tu hermana” es mucho más potente que gritar “¡Deja de hacer eso ya!”
4. Mantente firme sin entrar en luchas de poder
Una vez has puesto un límite, no te enredes en negociaciones infinitas. Puedes ofrecer apoyo emocional si tu hijo se frustra, pero sin cambiar el límite. “Ya sé que te gustaría, pero hoy no vamos a comprar más chuches”.
5. Recuerda que los límites no hacen daño
Muchas veces evitamos poner límites porque tememos que nuestros hijos se enfaden o se sientan tristes. Pero en realidad, los límites bien puestos les ayudan a sentirse seguros. Te animo a leer este artículo donde explico Por qué los límites son importantes para el desarrollo emocional de los niños.
Para terminar..
Espero que con este post hayas comprendido a importancia de los límites, por qué para muchos padres poner límites puede ser una tarea difícil y que los límites no tienen que ser ni una batalla constante ni una fuente de culpa.
Recuerda que cada etapa tiene sus retos. Si estás en plena crianza de niños pequeños, te puede interesar también el artículo sobre Límites para niños de 3 a 5 años, donde hablo en más detalle sobre cómo adaptar estos principios a esa edad tan especial, y si sientes que te enfadas demasiado o que los límites son algo difícil para tí no dejes de echar un vistazo a mi curso de Límites y Normas con el que ya he ayudado a más de 20.000 familias como la tuya a hacer fácil lo difícil.