Mis hijos no me obedecen

Mis hijos no me obedecen. Esta es una de las frases que escucho con más frecuencia de padres y madres que están preocupados por el comportamiento y la relación con sus hijos.

Muchos se sienten terriblemente frustrados porque sienten que sus hijos ni siquiera les escuchan o se toman interés en hacerles caso. Entiendo que puede ser muy frustrante porque como adultos tenemos la responsabilidad de conseguir que nuestros hijos hagan una serie de tareas que son importantes para ellos como bañarse, ponerse el pijama, cenar o irse a la cama de una forma más o menos ordenada y cuando nuestros hijos no hacen caso la tarea es doblemente difícil, doblemente cansada y doblemente frustrante.

Mis hijos no me obedecen ¿Qué puedo hacer?

Antes de nada quiero aclarar que como psicólogo infantil no me gusta nada el término obedecer y siempre me alegro de que los hijos no obedezcan a sus padres. La obediencia es ciega y ni yo, ni estoy seguro que tu tampoco, queremos que tus hijos aprendan a obedecer de forma sumisa a las peticiones de los demás. Por eso a mi me gusta más utilizar el término “colaborar” porque nos habla de una implicación mutua en una tarea o de la expresión “hacer caso” porque implica que el niño está prestando atención a lo que le pedimos que suele ser una de las fuentes del problema.

En cualquier caso, hablemos de obediencia, colaboración o hacer caso, es importante que entiendas que todos los que somos padres hemos sentido en algún momento la frustración de hablar con nuestros hijos y que parezca que nuestras palabras entran por un oído y salen por el otro.  Es una situación común por la que pasamos todos los padres en distintas etapas de la crianza y momentos de la semana. La realidad es que no hay una solución definitiva para la falta de colaboración, aunque sí que hay muchas estrategias muy efectivas que pueden ayudar. Aunque lo primero que me gusta explicar a las familias que quieren aprender conmigo a educar de una manera más efectiva es comprender por qué los niños, muchas veces, no hacen caso a lo que les pedimos.

¿Por qué mi hijo no me obedece?

Antes de pensar en cómo hacer que nuestros hijos nos obedezcan, es fundamental entender por qué no lo hacen. Algunas de las razones más comunes incluyen:

Etapa del desarrollo

Un niño de 2, 3 o 4 años está descubriendo su autonomía. Durante esta etapa puede no obedecer porque está completamente absorto en explorar o terminar una tarea que le hace sentir autónomo, porque están aprendiendo a tomar decisiones o porque están probando qué ocurre cuando no hacen caso. Es todo parte de la misma moneda, empezar a desenvolverse en el mundo sin estar tan pegados a mamá y papá.

Falta de claridad

En muchos casos, especialmente cuando los niños son pequeños, pedimos las cosas de una forma que es difícil de entender para nuestros hijos. Utilizamos expresiones equívocas con doble sentido como “¿No te apetece recoger tus juguetes o qué es lo que te pasa?”  damos demasiadas instrucciones en la misma frase como: “Cuando termines de jugar, recoge tus juguetes y vienes donde papá para que te lleve a bañar” o hablamos a nuestros hijos en momentos en los que no pueden poner atención plena en lo que decimos “Cuando termine este capítulo vienes a cenar”.

Exceso de mandatos

Una situación muy común es el fenómeno de la habituación. Cuando el cerebro de un niño escucha durante el día decenas de instrucciones una detrás de otra y no se respetan sus tiempos de descanso o juego su cerebro puede volverse insensible a nuestras palabras y peticiones.

Cansancio o sobrecarga emocional

Un niño cansado o frustrado tiene menos capacidad para cooperar, porque los centros de control voluntario en su cerebro están agotados y no tienen suficiente energía para ofrecernos su mejor versión. Esto ocurre de manera muy especial al finalizar el día cuando los niños no sólo tienen más dificultades para colaborar sino que también tienen una mayor tendencia a romper a llorar, mostrar enfados, contestar mall o presentar rabietas.

Falta de conexión emocional

La colaboración es un trabajo que ocurre entre dos personas que están conectadas y se entienden entre sí. En términos generales cuanto mayor es la conexión emocional entre un niño y un adulto tanto mayor es la capacidad de colaboración del niño con las peticiones del adulto. Nos ocurre lo mismo con nuestros compañeros de trabajo y nuestra pareja, cuanto más conectados estamos más sencillo resulta escucharnos, comprendernos y colaborar entre nosotros.

Qué debemos evitar cuando nuestros hijos no obedecen

Cuando nuestros hijos no nos hacen caso podemos sentirnos tentados de gritarles, amenazarles, castigarles o incluso darles un azote si son pequeños pero todas estas estrategias son muy poco eficaces y van a conllevar efectos secundarios negativos para el desarrollo emocional de tus hijos que además dificultarán más todavía que colabore en el futuro.

Con esto no quiero decir que debamos dejar que los niños hagan lo que quieran en todo momento. Soy un gran defensor de que los padres somos los encargados de enseñar a los niños los límites y normas que son necesarios para su seguridad y para relacionarse de forma adecuada con los demás, pero la mejor manera no es a través de técnicas aversivas sino como han demostrado cientos de estudios a través de estrategias positivas.

Qué hacer cuando los hijos no obedecen

Dependiendo del motivo por el cual nuestros hijos no nos hacen caso, tal y como hemos visto en el anterior apartado podremos utilizar unas estrategias u otras. De poco sirve que seamos más claros en la forma de expresar instrucciones si, por otro lado, no estamos construyendo una buena relación con nuestros hijos que les haga sentirse conectados a nosotros. Podemos ser muy firmes con las normas y los límites, pero si no comprendemos que están demasiado cansados para obedecer no conseguiremos mucho.

Eres tu, como padre o madre la que tiene que evaluar en cada momento cuál es la estrategia que corresponde para que tus hijos te escuchen y cooperen sin convertirte en un padre o madre autoritario. Estas son algunas estrategias que pueden funcionar.

1. Conexión antes que corrección

Más allá que entendamos que tener una buena conexión con nuestros hijos es la mejor estrategia también podemos utilizar la conexión emocional y atencional en el momento que queremos pedirles que paren o darles una instrucción. Antes de dar una orden, asegúrate de conectar con tu hijo. Puede ser a través del contacto visual, tocándole suavemente el hombro o bajándote a su altura.

2. Usa frases positivas y afirmativas

En lugar de decir “No grites”, prueba con “Hablemos en voz bajita”. En lugar de decirle “No saltes en la cama” prueba con “Vamos a bajarnos de la cama”. No hay nada de malo en decir “no”, pero está demostrado que los niños responden mejor a indicaciones concretas y en positivo. Les ayuda no sólo a darse cuenta de lo que no deben hacer sino también a entender qué opción es más adecuada y qué esperamos de ellos.

3. Haz peticiones claras y sencillas

Si le dices “Ve a tu cuarto, ponte el pijama, guarda los juguetes y luego baja a cenar”, es probable que se pierda en el camino. Dale instrucciones de una en una. Vete supervisando paso a paso el resultado de cada una de las instrucciones. Muchas veces el principal error que cometemos los padres es pensar que los niños van a seguir las instrucciones cuando no estamos presentes. Lo normal es que hasta los 10 u 12 años necesiten supervisión dependiendo de la tarea.

4. Dale opciones dentro de los límites

En lugar de “Ponte la chaqueta ahora mismo”, prueba con “¿Quieres ponerte la chaqueta roja o la azul?” o “Quieres ponerte la chaqueta aquí o te la pones en el descansillo de casa?”. Esto les da una sensación de control dentro de los límites que establecemos.

5. Hazlo divertido

Los niños responden mejor al juego que a los gritos. “¡Vamos a ver quién recoge los juguetes más rápido!” puede ser mucho más efectivo que un “Recoge los juguetes YA”.  “Súbete al coche o me enfado” va a generar más resistencia que “A que no te subes al coche antes que yo. ¿Preparada?”. El cerebro de los niños está programado para generar resistencia a las órdenes y poner entusiasmo en el juego.

6. Dale tiempo y mantente firme

A veces, los niños necesitan tiempo para procesar. Si le pides que se ponga los zapatos y no lo hace, en lugar de repetir la orden diez veces, mantente presente durante unos segundos, impasible y obsérva lo que ocurre. En la mayoría de los casos esa presencia segura y firme es suficiente para que colaboren.

7. Evita las luchas de poder

Si te enzarzas en una discusión con tu hijo, es probable que ambos terminéis frustrados. En lugar de “Hazlo porque yo lo digo”, intenta “Entiendo que no quieras hacerlo, pero es importante porque…”. En estos casos funcionan muy bien estrategias como el disco rayado que explico en mi curso Educar en Positivo.

8. Refuerza positivamente la cooperación

Cuando tu hijo te escuche y haga lo que le pides, hazle saber que lo has notado. “¡Gracias por ponerte los zapatos tan rápido!” refuerza el comportamiento positivo. Manejar los refuerzos de una forma correcta sin caer en los premios y recompensas y aplicándolos de la forma justa puede ser algo difícil, pero aquellos padres que los manejan bien suelen tener excelentes resultados tanto en cooperación como en relación con sus hijos.

Mi hijo de 3 o 4 años no me obedece

Quiero detenerme un momento en esta etapa porque es una de las edades más desafiantes en términos de obediencia, ya que los niños pequeños están aprendiendo a afirmar su independencia. Para esta etapa, algunas estrategias específicas son:

Anticipa situaciones difíciles

Si sabes que va a resistirse a salir del parque, avísale con tiempo y dale opciones: “Nos vamos en 5 minutos. ¿Quieres despedirte del columpio o de la fuente antes de irnos?”.

Usa rutinas

A los niños les cuesta menos obedecer si saben qué esperar. “Primero cenamos, luego nos lavamos los dientes y luego leemos un cuento”.

Mantén la calma y sé constante

Los niños de esta edad pueden ponerte a prueba, pero si mantienes la calma y aplicas las mismas reglas con firmeza y cariño, aprenderán a cooperar.


Conclusión

Lograr que tus hijos te escuchen más y cooperen es un trabajo constante y laborioso que comienza por crear un vínculo fuerte con tus hijos. El secreto de que tus hijos te hagan más caso no pasa por imponer autoridad (aunque a veces hay que hacerlo), sino por construir una relación de respeto y cooperación. Para mi la mejor manera de lograrlo es que realicéis una formación completa como mi curso Educar en Positivo que ya han hecho más de 150.000 personas donde vais a aprender herramientas para poder gestionar todo tipo de situaciones difíciles de una forma positiva que construya la cooperación al mismo tiempo que la conexión.

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