5 situaciones en las que el colecho está más que indicado

Colecho es una palabra nueva para muchos de los que un buen día nos convertimos en padres. El verbo colechar no se utiliza para describir a una pareja de enamorados que duerme en el mismo colchón ni para describir a dos amigos que duermen en una tienda de campaña. Cuando hablamos de colecho hablamos de un niño, por lo general pequeño, que duerme con su mamá, su papá, con los dos o con alguno de ellos y sus hermanos en la misma cama.

Todavía hay muchos prejuicios sobre el colecho. Estos prejuicios tienen su fundamento en que en la edad media. Por aquel entonces muchas familias vivían en la más absoluta pobreza y los niños llegaban sin ningún tipo de planificación. En esta situación muchos padres se “deshacían” de sus hijas recién nacidas aduciendo que las habían aplastado “sin querer” mientras dormían. En esa coyuntura concreta, la iglesia prohibió en toda Europa que los padres compartieran el “lecho” (porque entonces no había ni camas) con sus hijos recién nacidos.

Hoy en día los tiempos han cambiado y sabemos que si se siguen unas pocas precauciones el colecho no tiene peligro, que beneficia la lactancia a demanda y puede fortalecer el vínculo con los padres. Cada vez hay más niños que duermen con sus padres y entre los que duermen en su propia cama cada vez es más normal dormir en la cama de sus padres en distintos momentos de su desarrollo. En este post símplemente os quiero compartir 5 situaciones concretas en las que compartir cama con nuestros hijos pequeños puede ser especialmente beneficioso:

1. Cuando ha nacido un hermanito o existen problemas de celos

Es totalmente normal que un niño sienta inseguridad cuando un hermanito llega a casa y su mundo se vuelve patas arriba. Sus horarios se ven comprometidos porque su hermanito está tomando el pecho. Su tiempo de juego de mamá se ve comprometido porque mamá está ocupada con el recién nacido. El rato de parque puede perderse porque toca revisión en el pediatra….de su hermanito. A veces el hermano mayor necesita que recuperemos el tiempo perdido. Necesita sentirnos cerca y una manera sencilla de hacerlo es hacerle un hueco en nuestra cama.

2. Cuando hay algún cambio importante en la vida del niño

Además del nacimiento de un hermanito, hay otras situaciones de cambio que pueden incidir en la confianza del niño.  Me refiero a situaciones como el inicio de la escuela, un cambio de colegio o de vivienda o una separación de los padres. En estos casos también, compartir cama con los padres puede tener un efecto muy sanador.

3. Cuando ha habido un trauma emocional

Recientemente una familia me consultaba acerca de un problema que estaban teniendo con su hija de 3 años. Hace unos meses había sufrido un accidente de coche junto a sus padres. Fue un accidente grave, su madre tuvo que se hospitalizada y ella recordaba las sirenas y la ambulancia y los días que no pudo dormir con su madre.  Desde entonces tenía pesadillas y se asustaba mucho cuando viajaban en el coche. Como os podéis imaginar es totalmente normal. la recomendación….hablar mucho con la niña del accidente, pedirle que describa con detalle lo que ocurrió tantas veces como quiera (en conversación directa o con muñecos) y preguntarla cada noche si quería dormir en la cama con mamá. Mano de santo.

4. Cuando están malitos

¿Alguna vez has tenido una gripe y has deseado que tu madre te preparase una de sus sopitas? Es totalmente normal. Cuando nos ponemos malos nos sentimos más vulnerables, inseguros y tendemos a recordar momentos pasados en los que nos sentíamos más protegidos. El niño que está malito necesita en más medida que el sano estar cerca de sus padres y sentirse protegido y una manera muy espontánea y natural de lograrlo puede ser meterlo en nuestra cama.

5. En las adopciones

Resulta difícil pensar en un niño que llega a una familia de acogida con 9 años y se siente cómodo colándose en la cama de su nueva familia. Sin embargo, sobre todo si el niño es muy pequeño o si es un poquito mayor y nos lo pide puede ser muy beneficioso para desarrollar un vínculo y confianza positivos. El niño que acaba de llegar a nuestra casa y se acerca a nuestra cama por la noche solo nos está diciendo dos cosas muy sanas y positivas: (1) Me siento extraño en esta casa nueva y (2) Necesito confiar en un adulto que me haga sentir seguro.

Como podéis ver, compartir cama con nuestros hijos, lo hagamos de forma diaria o no, puede ser muy beneficioso para su desarrollo. Si eres padre, recuerda estas estrategias por si las necesitas y compártelas con otros padres. Si eres pediatra, profe o maestro recuerda que compartir cama no tiene nada de malo y prescribe que el niño duerma con los padres en estas situaciones o en cualquier otra ocasión en la que creas que el niño se siente más vulnerable o asustado. Le ayudarás a ganar seguridad y confianza.

Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”

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