Muchos padres piensan que a todos los niños se les da bien, de manera natural, hacer nuevos amigos. En la mayoría de los casos es así. Sin embargo, a unos niños se les da mejor que a otros o simplemente muestran más interés en hacer nuevos amigos. Los estudios científicos revelan que hay 6 factores que influyen en la manera que tus hijos hacen amigos.
1.Ambiente familiar. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Penn, si un niño crece en un ambiente familiar hostil, en el que predominan los enfados, las regañinas y los reproches entre progenitores el niño tenderá a tener menos amigos y a crear vínculos menos fuertes con esos amigos. De alguna manera es natural; si el niño percibe que las relaciones entre los padres no son buenas, no se sentirá suficientemente seguro para entregar su confianza a un amiguito.
2.Los hermanos. Los niños que crecen con hermanos mayores tienden a ser más sociables a edades tempranas que los primogénitos y los hijos únicos. Esto quiere decir que el bebé que tiene hermanos mayores será más proclive a acercarse a otros niños en el arenero. Sin embargo, a medida que se hacen mayores estas diferencias desaparecen.
3.La personalidad de los padres. Los niños cuyos padres son expresivos y abiertos a compartir sus emociones con su pareja, con otros padres o incluso con sus hijos tienden a ser más abiertos, más comprensivos con los demás y crear vínculos más fuertes con sus amigos. Si eres una persona muy introvertida o recelas de todo el mundo posíblemente tus hijos aprendan a no abrirse a los demás. Gran parte de responsabilidad sobre estos rasgos la tiene la genética, pero también nuestra actitud y determinación. Ponerle interés y valor puede ayudar a hacer que una persona muy introvertida sea más abierta y sociable. Ábrete un poco más, aunque sea con tus hijos y ellos serán más capaces de abrirse al mundo.
4.Actitud de los padres. Independientemente de que los padres sean más introvertidos o extrovertidos cada padre tiene una actitud hacia los amigos. A algunos nos gusta tener la casa abierta para que los tíos, primos y amigos sepan que son bienvenidos. En otras casas hace falta una cita previa. Algunos padres hablan de manera positiva de sus amigos y otros les ponen verdes nada más doblar la esquina. Sea la que sea la actitud que tengas hacia tus amigos y familiares tus hijos la están observando (y mamando).
5.Cómo manejamos a los amigos “complicados”. En la vida de todo niño (y también de todo adulto) aparecen amigos “complicados”; el niño que siempre quiere dominar la situación, el niño que abusa, el niño que manipula emocionalmente y en definitiva cualquier niño que hace sentir mal a tus hijos de una manera o de otra. Sin embargo los estudios indican que prohibir o dirigir a un niño lejos de estos amigos poco deseables no ayuda mucho. Cuando prohibimos hacemos la relación más deseable. La mejor estrategia es dejar que los niños tengan roce, que tu hijo experimente las dificultades que le provoca ese tipo de relación y ayudar a tus hijos a entender cómo les hace sentir ese amiguito. Precisamente la infancia es el momento ideal para equivocarse y aprender de los errores. El niño que aprende de pequeño que no le gusta estar al lado de niños abusones evitará, en su vida adulta, estar con una pareja o un compañero que le trata de manera abusiva. No se trata de no hacer nada, sino de dar la oportunidad al niño de que bandee con estos amiguitos difíciles y que aprenda de la experiencia. En muchos casos el amigo “difícil” evolucionará a medida que su cerebro madure y tu hijo aprenderá a ser paciente con los demás en lugar de apartar a los demás ante la primera dificultad.
6.Los círculos de amigos. Es una realidad; los círculos de actividades que hagas fuera del horario escolar influirán de una manera determinante en los amigos que tu hijo va eligiendo. En este sentido es frecuente que los padres que se hacen amigos al comenzar el colegio tengan hijos que son amigos entre sí. El hecho de que tus hijos vean que socializas con otros padres del cole les ayudará a ser más sociables con los niños de su clase, y viceversa. Un niño que ve que sus padres no establecen amistades con nadie será más reacio a socializar con los demás.
Recuerda que en todos estos factores la genética es importante, aunque también lo es el aprendizaje por observación. Unos padres introvertidos que, en cierta medida, hacen un esfuerzo por socializar con otros padres, amigos o parientes cercanos ayudan al niño a tener una actitud más abierta hacia las relaciones sociales. Si además ofrecemos oportunidades al niño para encontrarse con niños afines vuestro hijo desarrollará progresivamente más confianza y habilidades sociales que le ayudarán a establecer lazos positivos con otras personas.
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”. Plataforma Editorial