Si has comenzado tus vacaciones lo has notado ya. Si todavía no las has comenzado, las vas a notar pronto. Te despiertas por la mañana y tienes sensaciones frescas, recuerdos de uno y varios sueños que has tenido esta noche. Muchas personas que aseguran no soñar durante todo el año refieren soñar en vacaciones y muchas de las que recuerdan algún sueño de vez en cuando suelen recordar algún sueño cada mañana.
La verdad es que todos soñamos varias veces cada noche aunque solemos no recordar esos sueños. Sin embargo, cuando estamos de vacaciones (sobre todo los primeros días) soñamos más. En realidad soñamos las mismas horas, aunque los sueños son más intensos y eso hace que los recordemos mejor.
La razón para ello es muy sencilla. Una de las principales funciones del descanso nocturno es activar los circuitos cerebrales de la memorización y recuerdo. ¿Y para qué memorizados? Pues para adaptarnos mejor. Para recordar qué compañero de trabajo nos ha hecho una faena y por lo tanto es poco de fiar. Para recordar en qué esquina de nuestro barrio vimos esos pasteles deliciosos que nos gustaría probar algún día. Y así, mientras dormimos nuestro cerebro va rebobinando lo visto y experimentado durante el día y almacenando lo más importante en nuestra memoria a largo plazo. Y, de esta manera, mientras rebobina y guarda nuestro cerebro revive lo vivido, lo deseado y lo tenido experimentando lo que conocemos como sueños.
Cuando viajamos, cuando estamos de vacaciones, nuestro cerebro está expuesto a situaciones distintas a las de nuestro día a día cotidiano y, por lo tanto, la necesidad de adaptación es mayor. El cerebro desarrolla una labor más intensa para adaptarse a todos los cambios que estamos viviendo en nuestra casa de veraneo, en nuestro pueblo o con las personas con las que nos encontramos en vacaciones. Todo ello crea un impacto emocional mayor, y por eso precisamente recordamos más cosas al despertarnos.
Posiblemente los sueños de los niños se parezcan más a los que tú tienes en vacaciones. De hecho, su cerebro dedica mucho más tiempo a soñar que el nuestro. La razón es que durante la infancia su cerebro está programado para adaptarse y aprender rápidamente y el sueño es clave en su aprendizaje.
Por Álvaro Bilbao – Autor de El cerebro del niño explicado a los padres (Plataforma Editorial)
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La verdad que no me lo había planteado, pero muy bueno!!