Tristan Harris es un ingeniero que trabajó durante un tiempo para Google. Después de haber visto como los objetivos de Google y de otras compañías telefónicas se dirigían a secuestrar literalmente la atención de sus clientes, decidió explicar a todo aquel que quiera escucharle cómo las Apps que tenemos en nuestros Smartphones nos roban la atención. Harris no sólo se queda ahí, intenta crear conciencia social de la importancia de volver a retomar control de nuestra atención y desarrolla aplicaciones que permiten dar más opciones a nuestro cerebro.
Según explica Harris, las compañías de tecnología invierten grandes sumas de dinero para que sus aplicaciones lleguen a las regiones más profundas de nuestro cerebro, aquellas que regulan nuestra motivación y atención. Juegan con los colores, con las posiciones de los iconos, con la frecuencia en la que encontramos lo que buscamos y compiten con tanta dureza entre ellas que entre sus objetivos se encuentran metas tan poco éticas como que te cueste trabajo cerrar la app, aunque no encuentres nada interesante o que necesites volver a encenderla pasados pocos minutos.
Todos estos trucos de ingeniería visual consiguen que cada vez pasemos más tiempo delante de los dispositivos y que nuestros hijos se enganchen cada vez más a ellos. Es natural, las personas que los diseñaron no lo hicieron para facilitarte la vida sino para asegurar que tu atención esté pegada a la aplicación y obtenga los máximos beneficios en concepto de publicidad principalmente. Por eso quieren que pases mucho tiempo enganchado y que tengas la necesidad de regresar a ella cada poco tiempo.
Harris ha desarrollado propuestas para compañías tecnológicas dirigidas a revertir este proceso y, en lugar de buscar mayor tiempo de interacción, creen espacios y apps que sean más útiles y eficaces y que lleven menor tiempo de uso. La idea es sencilla, que las aplicaciones nos liberen, nos sean útiles y nos ayuden. Aunque también es una idea impopular. El propio Harris desarrollo una App que hacía que las redes sociales de tu teléfono móvil tardaran 15 segundos en encenderse. De esa manera, según Harris, reduciríamos el tiempo de navegación compulsiva y aumentaría el tiempo de navegación voluntaria y consciente. Su App no llegó muy lejos; fue rechazada por la propia Apple App Store.
Si cada vez sabemos más acerca de cómo las compañías tecnológicas desarrollan todo un sistema de ingeniería del comportamiento para tenernos enganchados lo que todavía no queda claro es el efecto que este tipo de programación puede tener en el cerebro en desarrollo de los niños. Para muchos, como es mi caso, exponer a niños pequeños a dispositivos programados para robar la atención del niño y engancharlo a ese tipo de estímulos rápidos, incesantes y con un potencial adictivo importante simplemente no es una buena idea.
Por Álvaro Bilbao – Autor de El cerebro del niño explicado a los padres (Plataforma Editorial)
Me ha encantado el artículo,te sigo y me estás ayudando mucho en mí aventura de ser madre de dos terremotos de 4 años y 20 meses,me estoy reservando la forma de educar.