Querido hijo mayor:
El día que tu naciste nos hiciste el mayor regalo que nos habían hecho jamás. Nos hiciste padres y no lo podías haber hecho mejor. Ni en nuestros mejores sueños pudimos imaginar tener en los brazos un bebé tan bonito como tú. No sólo a nosotros nos hiciste padres, hiciste también tíos a todos los tíos y abuelos a los abuelos. ¡No pudiste traer más felicidad a toda la familia!
Durante dos años fuimos una familia de tres. Paseábamos todos los días juntos y teníamos un ojo puesto en tí para que no te faltara un beso, un trocito de pan o un cariño. No te puedes imaginar lo felices que nos sentíamos de estar los tres juntos y compartir todo contigo
Papá y mamá también quisimos hacerte a tí un regalo especial, así que un buen día nació tu hermana y tú también te convertiste en hermano. Dejamos de ser una familia de tres para ser una familia de cuatro. Tú nos observabas tranquilo; jugabas a tus cosas unos ratos y nos ayudabas a cuidarla otros ratitos. Traías el pañal, buscabas el chupete y ponías en la cuna su osito. Mamá se ocupaba más de tu hermana y papá hacía muchas cosas contigo. Jugar con los coches, con la granja y sobre todo con tus dinosaurios. Ibais los dos juntitos a todos lados, sobre todo al supermercado…aunque mamá siempre guardaba un rato para llevarte al parque y todas las semanas ibais los dos solos a tomaros un helado.
Luego nació Lucía y como quien da un brinco dejamos de ser una familia de cuatro para ser una familia de cinco. Tu seguías observando calmado, aunque en casa todo estaba un poco más alborotado. En algunos momentos nos mirabas asustado porque las dos estaban llorando. Cuando íbamos en coche eras el encargado de enseñar palabras a Leire y de colocar el chupete a Lucía. Y entre tanto llanto, pañal y alboroto comenzamos a olvidar nuestro paseo al supermercado y también tu cita semanal con mamá y vuestros helados.
Pasaban muchas cosas todos los días; el trabajo, las visitas al pediatra, hacer la compra, las cenas y los baños y, aunque nos habíamos prometido que nunca dejarías de ser nuestro pequeñajo…poco a poco nos fuimos olvidando. Te hacías tan grande y nos ayudabas tanto que empezamos a verte mayor. Los padres, a veces nos olvidamos que los hermanos mayores sois todavía pequeños. Que necesitáis nuestra mirada, nuestros juegos y sobre todo nuestro tiempo. Que es difícil ser el primero. Y que ha debido ser muy duro para tí sentir que tu padre y madre que te quieren tanto a veces se muestren enfadados y, lo que es peor decepcionados.
Y sólo te queremos decir que lo sentimos. Que lo sentimos por todas esas veces que te hemos pedido cosas de niño mayor cuando sólo tenías 5 o 6 años. Por las veces que tú contabas con nuestro paseo y se nos ha olvidado. Por las veces que quisiste darnos la mano pero la teníamos ocupada empujando del carrito de tus hermanas o con un pañal en la mano. Por las veces que estábamos demasiado cansados para jugar con tus dinosaurios. Por todas las veces que tus hermanas te han estropeado un dibujo, te han roto un lego o te han robado de nuestro lado y no hemos sido siquiera capaces de entender tus enfados. No es que te quisiéramos menos que cuando te teníamos en brazos…es sólo que estábamos más ocupados aunque nos duele mucho que lo hayas notado.
Sabemos que ser hermano mayor puede ser difícil y por eso te escribimos esta carta. Para darte las gracias por hacernos padres y ser paciente con tus hermanas. Para pedirte perdón por todas las veces que te has sentido más solo…y más tristes tus dinosaurios. Para decirte que entendemos tu añoranza y también tus enfados. Pero sobre todo para decirte que desde hoy vamos a hacer un trato; siempre que eches de menos esos buenos ratos nos puedes pedir un abrazo, un paseo con papá al supermercado o que mamá se escape sola contigo para tomaros un helado.
Papá y Mamá que te quieren como el primer día que te tuvimos en brazos