Seguro que te preguntas…¿A cuento de qué viene un post sobre piscinas, justo ahora que termina el verano? Estoy seguro de que cuando acabe este post lo entenderás.
Este domingo cerrarán la piscina en la que hemos pasado medio verano, el lunes comenzará el cole y se acabarán los días en los que nos bañábamos alegremente en la piscina con nuestros peques. No se si a tí te gusta la sensación de bañarte con tus hijos, pero a muchos padres y madres sí. A mí, en particular, me encanta. No lo puedo disfrutar más. Y siempre me da pena ese último baño, porque los ratos de piscina son posiblemente los que más disfruto en todo el año con mis hijos. Y la pregunta que me hago es ¿Por qué obtenemos tanto disfrute de estar en la piscina con nuestros hijos y nuestros hijos de estar con nosotros?. Posiblemente estas sea la principal razón.
Porque cuando estamos en la piscina con nuestros hijos, nos centramos en jugar con ellos sin ninguna distracción.
Por eso es un momento tan genial. Porque no nos distraen los móviles, ni el televisor, ni las obligaciones, ni los propios juguetes. Es un momento en el que entramos en contacto íntimo con nuestros hijos, piel con piel y mirándonos a la cara en el mismo nivel, el de la línea de flotación. Es también una época en la que somos capaces de conectar de forma positiva. Sin tanto estrés, sin prisas y sin que la frustración y cansancio afecten nuestra capacidad para conectar y disfrutar el uno del otro.
Lo curioso de todo esto, y la razón por la que he decidido escribir este post justo ahora que termina el verano, es que no hay razón para que no podamos hacer esto mismo cualquier día del año. Está claro que puedes ir a una piscina cubierta, pero en tu propia casa o en el parque lo puedes logar siempre que tengas la actitud adecuada. Si sabes gestionar las pequeñas frustraciones de forma positiva (como cuando tienes toda tu energía). Si sales a la naturaleza, o vas a un parque, corres y saltas y te tumbas en la hierba a jugar con tus hijos lo experimentarás. O si os quedáis en casa e invitas a tus hijos a meterse en tu cama u os tumbáis en la alfombra a jugar, agarraros, abrazaros y besaros podréis disfrutar de tus hijos tanto como cuando estáis en la piscina.
Es cierto que algunos contextos pueden favorecer una mayor conexión con tus hijos, pero la mayor parte del tiempo sólo se necesita una actitud adecuada y para conseguirla, a veces, lo único que hace falta es apagar las distracciones, arrodillarse y disfrutar a tope con los niños.
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”
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