Acabamos de regresar de unos días de vacaciones con todo lo que conlleva…. horarios cambiados, mucha broma, mucho pasear por la noche y un poco de descontrol. Así que como es lógico los buenos hábitos son difíciles de mantener. A todo esto se le agrava que la abuela tiene una tablet y como han sido sólo 5 días de vacaciones les dejamos todos los días jugar un 5 minutos a cada uno… (en casa no…porque en casa no tenemos tablet, pero aquí por unos días 5 minutos sí).
Como mañana volvemos al cole. Nos hemos bañado pronto, nos hemos puesto el pijama pronto, hemos cenado pronto y hemos ido a lavarnos los dientes pronto… Aunque ahí he tenido un desencuentro con mi hija de cuatro años justo antes de irse a dormir.
Cuando ya tenían el pijama puesto y habían cenado y estaban preparados para ir a la cama les he dicho…venga…Vamos a lavarnos los dientes. La granujilla me ha dicho:
“No quiero!”
Y yo la he preguntado:
– “Que no quieres ¿qué?”
– “Que no quiero lavarme los dientes”
Lo ha dicho muy convencida..pero he optado por no hacer mucho caso y la he contestado:
– “Anda, anda, vamos a lavarnos los dientes”
Pero me ha insistido:
– “No quiero lavarme los dientes”
Entonces la he dado un argumento de peso…
– “Pero tienes que lavarte los dientes”
Al que me ha contraargumentado con una pregunta..
– “Por qué me tengo que lavar los dientes? No quiero!!”
Y en ese momento mi cerebro de padre que quiere lo mejor para sus hijos, pero que está cansado después de 6 horas de viaje ha dudado como dudamos todos los padres muchas veces durante el día. Y en un instante 3 posibles respuestas se han cruzado por mi mente…:
RESPUESTA 1. Porque sí (estaba cansado y un poco molesto de que me hicieran trabajar más de lo normal)
RESPUESTA 2. Porque si no te cepillas los dientes el próximo día que vayamos a casa de la abuela no podrás jugar ala tablet.. (Me ha parecido una razón que mi hija atendería a la primera.Me ahorraría discusiones y sería posiblemente la más eficaz).
RESPUESTA 3. Nos tenemos que lavar los dientes porque los bichitos de la boca si no van a comenzar a hacer agujeritos en los dientes…(Esta me ha parecido una mala opción porque esto ya lo sabe y francamente he pensado que no iba a hacerme ni caso)
¿Cuál habrías elegido tú?
Al final, de alguna manera mi cerebro ha optado por no recurrir a la autoritarismo…ni a los premios trampa..y le he dado la última razón, la que los expertos siempre os recomendamos pero de la que en ocasiones dudamos…Así que le he dicho:
– “Nos tenemos que lavar los dientes porque los bichitos de la boca si no van a comenzar a hacer agujeritos en los dientes…”
Lucía me ha replicado…:
– “Pero me los lavo mañana por la mañana”
Y yo la he respondido:
– “Ya…pero es que a los bichitos les gusta hacer los agujeritos en los dientes sobre todo por la noche”
Y Lucía ha respondido con un simple…- “Ah..” – y seguidamente ha puesto un poco de pasta en su cepillo y se ha puesto manos a la obra la mar de contenta..
TODOS TODOS TODOS los papás y mamás nos enfrentamos a muchos dilemas como este cada día de nuestra vida como padres. Son tantas las situaciones, son tantos los estado de ánimo por los que pasamos..y tantísimas más las opciones de respuesta que a veces el cerebro duda. Sin embargo hay algo que aprendí cuando hacía mi residencia en neuropsicología infantil en Estados Unidos y que me enseñó mi maestra, una mujer muy sabia: Tener una teoría sólida detrás de las decisiones que tomamos ayuda a afrontar las dudas con convencimiento y tomar buenas decisiones cuando trabajamos con niños. Educar no es resolver problemas cotidianos de manera improvisada o con soluciones a corto plazo, sino dejar una semilla en nuestros hijos que les permita resolver los problemas por sí mismos en el futuro. En este caso, como en la mayoría, ofrecer una recompensa, un argumento autoritario o una amenaza posiblemente hubiera resuelto el problema a corto plazo, pero la teoría y la experiencia de muchos estudios científicos nos enseñan que este tipo de estrategias no son efectivas a medio o largo plazo.
Puede que otro día Lucía me conteste que no a pesar de mis argumentos o que yo esté demasiado cansado para dialogar lo suficiente. Es normal. A todos nos pasa. Pero eso será otro día. Hoy como habéis podido ver…la teoría ha dados sus frutos y me anima a seguir educando a mis hijos con paciencia, con cariño, con argumentos y como siempre…con el cerebro en mente.
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”
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Graciasssss, mi respuesta hubiera sido la que le digo cuando mi hija me dice que no quiere lavarse los dientes, al Ratoncito Pérez no le gustan los dientes sucios, si lo ve sucio seguramente lo dejara y no se lo llevará