Cenar bien tiene muchos matices. Para algunos padres quiere decir que sus hijos cenen con más apetito. Para otros que no tiren comida por los aires y para otros que no se levanten tanto de la mesa. Estas 9 estrategias os pueden ayudar en todos estos casos porque están diseñadas para que el niño se centre y disfrute de lo importante. La comida.
Puede que lo sepas ya o que no. La alta cocina utiliza sofisticadas técnicas de neuroimagen para evaluar el efecto que distintos elementos de los alimentos y del servicio tienen en nuestro cerebro. En un sector en puntero en el que no se deja nada al azar. Cocineros como Ferran Adriá o Arzak colaboran con institutos de neurociencia para potenciar todos los matices de la experiencia culinaria.
En este post te voy a transmitir algunos principios de neurociencia que se utilizan en la alta cocina con otros principios de neurociencia que entran dentro del sentido común (pero que son muy importantes) para ayudar a que tus hijos cenen mejor.
1. Evita los platos de plástico
Si tus hijos ya han pasado la edad en la que se les cae todo al suelo, evita los platos de plástico. Distintos estudios demuestran que los platos blancos y con un ligero brillo hacen resaltar la comida y la hacen más apetecible. En general el brillo (en el plato o la comida) ayuda a que el alimento se vea más fresco y apetecible. Poner una gota de aceite de oliva sobre una verdura cocida puede tener también el mismo efecto.
2. Que el niño elija y se sirva
Si la comida se presta a ello, puedes dejar varios cuencos en el centro de la mesa con distintos tipos de verdura y dejar que el niño elija las que más le gusten. El hecho de que el niño sienta libertad y responsabilidad en su propia alimentación aumenta la probabilidad de que pruebe distintos alimentos y coma con más apetencia.
¿Acaso no te gusta a ti elegir lo que vas a comer en un restaurante? Implicarse en la preparación de los alimentos (por ejemplo separando la lechuga con las manos) o simplemente que colaboren poniendo la mesa, también aumenta su implicación a la hora de comer.
3. Las manos están permitidas
Siempre y cuando los alimentos que haya sobre la mesa puedan ser cogidos con la mano. No se trata de comer espaguetis con tomate a manos llenas, sino de permitir que el niño pueda picar de una manera informal algunos de los alimentos. Puede ser un trozo de brócoli, una brocheta de pescado o una croqueta. Si se puede coger con la mano, el niño comerá con más gusto.
4. La comida mejor templada
El cerebro rechaza de manera natural alimentos fríos. Prefiere, por lo general los alimentos calentitos, porque los asocia a comida cocinada que es más fácil de digerir. Si tu hijo lleva 10 minutos delante del mismo plato de verdura, la cosa cada vez se pondrá más difícil, aunque calentar un poco la comida puede ayudar.
5. Ambiente con luz cálida
Los restaurantes cuidan mucho la iluminación porque quieren que tu experiencia sea tan satisfactoria que quieras volver y recomedarles. Uno de los trucos que utilizan es poner luz cálida en las mesas para hacer los alimentos más apetitosos. Si tienes fluorescentes en tu cocina o luz azul, puedes valorar poner una luz cálida.
6. Elimina todas las distracciones
En muchos restaurantes de alta cocina se pide a los comensales que apaguen el móvil o lo dejen en el guardarropa. Comer es un asunto que requiere concentración. Que el niño centre su atención en la comida es difícil, sobre todo si el niño está cansado o no demasiado hambriento. Si además pululan por la mesa, dibujos animados, cromos, muñecos u otro tipo de juguetes la capacidad del niño de centrarse en la tarea principal se verá seriamente comprometida. ¿Podrías tu centrarte en tu trabajo si tus juguetes favoritos, es decir tus hijos, estuvieran pululando por tu escritorio?
7. Corta en trozos más pequeños
Más que demostrado; es más sencillo masticar y tragar 2 trozos de carne pequeños que uno grande. Es importante que el niño vaya acostumbrando a sus mandíbulas a ejercer fuerza y presión; no sólo le ayudará a comer mejor sino también a hablar y articular mejor. Para fortalecer esas mandíbulas no debemos partirle todo chiquitito, pero si le vemos especialmente cansado un día, ahorrarle trabajo facilitará las cosas.
8. El niño debe tener hambre
Este principio no requiere ninguna explicación, sin embargo, muchos niños llegan a la cena atiborrados de pan o galletas. Es un principio básico de neurociencia, ya que el cerebro que no tiene hambre no tiene ganas de comer. Sencillo, ¿verdad? No cometas ese error.
9. Adelanta la hora de la cena
Esta es la estrategia más eficaz de todas. El cerebro primitivo es una región del cerebro que se encarga de gestionar el hambre y el sueño. Uno de los principios que lo regula es que el sueño es más importante que el hambre por lo que el cerero del niño siempre va a preferir el descanso sobre la cena. Por eso sentar a la mesa un niño cansado es una receta segura para la inapetencia.
En nuestra cultura tendemos a cenar tarde y eso hace que todo sea más difícil. Mi recomendación es que en lugar de esperar al último cartucho adelantéis media hora el momento de la cena. Tus hijos se sentarán más descansados y con mayor capacidad para concentrarse en su propia alimentación.
La verdad es que estos dos últimos trucos son los más eficaces. Estoy seguro de que si esta noche aplicas alguna de estas estrategias (sobre todo la última), tus hijos cenarán un poquito mejor! ¡Que os aproveche!
Por Álvaro Bilbao. Autor de El cerebro del niño explicado a los padres.