Existen muchos tipos de amor; el de los recién casados. el de las parejas que llevan décadas compartiendo una vida juntos, el amor no correspondido o el de los padres hacia los hijos. Hace unos pocos años un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia decidieron responder una sencilla pregunta. ¿Qué amor es el más fuerte de todos?
Para responder a esta pregunta los investigadores realizaron pruebas de neuroimagen a distintas personas y analizaron los resultados en busca de patrones de activación cerebral en las regiones cerebrales asociadas al amor y enamoramiento.
Las primeras personas en ser evaluadas fueron una pareja de universitarios que llevaban pocas semanas saliendo y vivían un momento álgido de enamoramiento. No podían dejar de pensar el uno en el otro.
El siguiente fue otro estudiante, desafortunado en este caso en el aspecto amoroso. Había sido abandonado por su pareja hacía tan solo unas semanas y, según contaba, no podía dejar de pensar e ella ni un sólo momento y sentía un dolor profundo en el pecho producido por la angustia de no poder estar con ella.
A continuación, una pareja de mediana edad con hijos pequeños.
Los siguientes, fueron un matrimonio de setenta y tantos años, que habían compartido su vida durante más de 50 años.
Uno por uno las personas tuvieron que hablar de su pareja y ver una imagen de esa persona mientras la máquina de resonancia magnética registraba la actividad de distintas regiones de su cerebro.
Los resultados de la investigación fueron muy reveladores;
El joven despechado, experimentaba un activación muy grande en las regiones cerebrales asociadas al dolor y sufrimiento y en menor medida en las regiones cerebrales asociadas al amor. También se activaron los centros cerebrales destinadas a resolver problemas. Según parece, el joven con el corazón roto, más que enamorado estaba pasando un síndrome de abstinencia y, a su vez, estaba buscando otras posibilidades que le ayudaran a reparar ese corazón…”partío”.
La pareja de tortolitos que acababan de conocerse mostraron una gran activación en regiones cerebrales asociadas a la adicción y dependencia emocional, aunque escasa activación en regiones que se activan con sentimientos profundos de amor.
La pareja con niños pequeños si activó esos patrones de amor profundo, aunque el componente de entusiasmo o adicción amorosa era casi inexistente. Posiblemente, y esto es una opinión personal, siendo padres de niños pequeños su cerebro hubiera mostrado señales más claras de enamoramiento si les hubieran enseñado una foto de una almohada o una hamaca en la que poder recuperar las horas de sueño perdidas en los últimos años.
Uno de los aspectos más interesantes del estudio es que el matrimonio de personas mayores mostró en comparación con las otras parejas los niveles más altos de activación indicando sentimientos profundos de amor. Bonito ¿verdad?
Aunque el experimento parecía ya concluido los examinadores decidieron realizar una última resonancia magnética aprovechando el hecho de que la pareja de mediana edad había acudido a la investigación acompañados por su hijo de 5 años….
Posiblemente el hallazgo más revelador de todo el experimento fue que cuando este niño vio la foto de su madre y le pidieron que explicara lo que le gustaba de ella, el cerebro del niño activó las regiones cerebrales asociadas al amor con más fuerza que ningún otro participante. Su cerebro se encendió como un árbol de navidad indicando un estado de enamoramiento intenso y profundo a la vez.
Muchas veces decimos que nuestros hijos son lo más bonito que nos ha pasado en la vida o que les queremos con locura, aunque pocas veces pensamos en lo que nuestros hijos sienten por nosotros. Creo que este estudio nos enseña una cosa en la que pocas veces reparamos…. y es que los niños sienten un amor sincero, absoluto y totalmente incondicional por sus padres.
Es posible que no tengas pareja, que no te sientas especialmente enamorada o simplemente seas de esas personas que aborrecen San Valentín. Pero si eres madre de un niño pequeño, al menos hoy, intenta recordar cuando lo despiertes, lo veas a la salida de la escuela o lo sientes sobre tus rodillas para jugar que posiblemente nadie te haya querido tanto ni vaya a sentir tanto amor por ti como el que siente tu hijo pequeño cada vez que te mira o piensa en ti.
¡Feliz San Valentín!
Oh ! Mierda…ya me has hecho llorar otra vez jajajaja entre las veces que lo hago mientras escucho los videos de tu curso,y alguno de tu posts…menuda tela jajajjaja